Efectos del tabaco en la sexualidad femenina y en el suelo pélvico

Suelo pélvico | | Brenda B. Lennox

Supongo que empecé a fumar en parte por la fascinación que me provocaban iconos de la gran pantalla como Lana Turner, Audrey Hepburn y Bette Davis y en parte por esa rebeldía adolescente de quebrantar la prohibición familiar. Además, tan malo no debía ser si todo el mundo fumaba en las películas, ¿verdad?

El tiempo demostró que la ficción del celuloide también se extendía al cigarrillo y que no tenía nada de glamuroso en la realidad, porque te destrozaba la salud y quitaba la vida como pudieron comprobar Turner, Hepburn y Davis, que fallecieron por un cáncer provocado por el tabaquismo.

En mi descargo diré que no fui (ni soy) la única que sucumbió a la manipulación. Numerosas investigaciones han demostrado que la aparición del tabaco en el cine fue fruto de acuerdos entre las grandes productoras y las compañías tabacaleras que vieron un filón publicitario en las películas y acabaron creando mensajes estereotipados ante los que los espectadores cayeron como moscas: libertad, rebeldía, estilo, poder, sensualidad, glamour… que, según el científico alemán Reiner Hanewinkel, todavía impactan en los adolescentes. 

Puro veneno

Uno de los informes más relevantes sobre la composición del tabaco y los efectos del humo en la salud fue el elaborado en 2010 por Regina M. Benjamin, 18º Cirujana General de los Estados Unidos, con la colaboración de 64 expertos en materia de salud. Dicho informe reveló que la proporción de hojas de tabaco en un cigarrillo es solo del 50%; el resto son tabaco reconstituido (30%) y tabaco expandido con dióxido de carbono (20%).

En cuanto al reconstituido, está formado por una mezcla de tallos molidos, polvillo de tabaco y tabaco recuperado a la que se le agregan más de 600 aditivos (como amoniaco), con la finalidad de aumentar la adicción, manipular el contenido de nicotina y suavizar la aspereza y el sabor.

El humo de tabaco contiene unos 7.000 componentes tóxicos y cancerígenos: arsénico, benceno, berilio, cadmio, cromo, óxido de etileno, níquel, el elemento químico radioactivo polonio-210, cloruro de vinilo, gas cianhídrico y monóxido de carbono, entre otros.

Esta mezcla mortal de sustancias químicas y tóxicas llega instantáneamente a los pulmones con cada calada y de ahí, con gran rapidez, a la sangre, que las distribuye por las arterias hasta alcanzar los tejidos de todos nuestros órganos, destrozando la salud del fumador incluyendo, claro está, la sexual.

Los miembros de la Academia Internacional de Sexología Médica (AISM), tras reunirse para discutir la interacción del tabaco en la sexualidad y reproducción, elaboraron un informe teniendo en cuenta las investigaciones realizadas, la experiencia clínica y la bibliografía existente.

Para su redacción, consideraron los efectos tanto de la nicotina como de otros productos y metales tóxicos contenidos en los cigarrillos como el cadmio, aluminio, cobre, níquel y cianuro hidrogenado, concluyendo que repercuten negativamente en la erección, lubricación y en la respuesta a estímulos eróticos, y aumentan los riesgos de aborto espontáneo, embarazo ectópico y parto prematuro.

Excitación y sensibilidad sexual

El tabaco afecta a la producción de óxido nítrico, molécula responsable de la vasodilatación y que permite, entre otras cosas, la erección del pene y del clítoris. Su deficiencia atrofia la erección de este, reduce su sensibilidad a los estímulos y provoca impotencia femenina a largo plazo. 

Fumar aumenta el riesgo de sequedad vaginal y atrofia genital que a su vez provocan relaciones sexuales dolorosas, reducen el placer sexual y retardan la llegada del orgasmo y su intensidad.

El tabaco provoca arteriosclerosis que disminuye el flujo sanguíneo, aumentando el riesgo de sequedad vaginal y atrofia genital, lo que acelera y/ o agrava la falta de deseo sexual o trastorno del deseo sexual hipoactivo, patología de la sexualidad más frecuente en la mujer.

Las sustancias químicas que contiene el tabaco también disminuyen la excitación sexual y el deseo porque inciden en los neurotransmisores, biomoléculas determinantes para la trasferencia de estímulos nerviosos y que, como  os expliqué en el reportaje  Deseo sexual femenino y ciclo menstrual cumplen un importante papel en la libido femenina. 

Al respecto, el estudio de la AISM antes mencionado concluyó que la nicotina puede llegar a reducir un 30% la respuesta genital ante estímulos eróticos.

Sentido del olfato y del gusto

Según The American Council on Science and Health, fumar daña el olfato y el gusto.  El tabaco afecta a los nervios olfativos; a corto plazo, reduce el sentido del olfato hasta la mitad y a largo plazo, daña permanentemente dichos receptores, así como los del gusto, porque impide que llegue la sangre suficiente a las papilas gustativas. 

Esto no solo afecta al disfrute del sexo al reducir un 50% dos de los sentidos más importantes para abandonarnos al erotismo, también a la atracción sexual y a la excitación previa.

Los seres humanos, al igual que otras especies animales, segregamos hormonas para atraer sexualmente: los hombres, testosterona y las mujeres, feromonas. Estas sustancias son detectadas por una zona en la nariz denominada órgano vomeronasal y también por receptores gustativos que se encuentran en la lengua, que se ven seriamente afectados por el tabaquismo.

Hablando de gusto, olfato y sexo… el sabor del flujo vaginal varía en función de factores biológicos, medicación, alimentación y hábitos vitales entre los que se encuentra el consumo de alcohol y tabaco. Este no solo amarga el sabor del sexo, también aumenta el mal olor, haciendo que el cunnilingus sea menos apetecible.

Elección de pareja

Como expliqué en el reportaje Atracción sexual durante los días fértiles, el olfato femenino detecta el complejo mayor de histocompatibilidad (CMH) de los hombres, un particular conjunto de genes que son determinantes en nuestra capacidad para combatir las enfermedades.

Cuanto más diferente sea su sistema inmunológico del nuestro, más posibilidades existen de quedarnos embarazadas, de sufrir menos abortos y de que la descendencia de ambos tenga una mejor genética, sistemas inmunológicos más resistentes y mayor salud.

Esta capacidad para detectar el CMH se reduce drásticamente en las fumadoras, aumentando las probabilidades de escoger como futuro padre de nuestros retoños a un hombre con un CMH similar al nuestro.

Energía sexual

El humo visible representa solo el 5-8% del que se produce al fumar un cigarrillo. El resto está compuesto de gases invisibles, entre los que se encuentran el cianhídrico, un compuesto venenoso que reduce la capacidad del organismo para transportar oxígeno y el monóxido de carbono, un gas muy tóxico que interfiere en el transporte del oxígeno, reduciendo su recepción en todo el organismo.

Por otra parte, los restos de alquitrán quedan depositados en el pulmón, obstruyendo los bronquios y afectando la respiración. Esto reduce la capacidad pulmonar, por lo que, con el tiempo,  una sesión de sexo apasionado se convierte en una de gimnasia para una fumadora habitual.

A esto se suma que el tabaco es considerado un «ladrón energético» porque interfiere en la absorción de nutrientes, quitando energía y vitalidad y disminuyendo las defensas del organismo frente a virus, parásitos y bacterias. Además, aumenta la grasa corporal y la retención de líquidos, propiciando la obesidad, uno de los mayores enemigos de la salud sexual. 

Infertilidad y embarazos problemáticos

Según estudios de la American Society for Reproductive Medicine, el tabaco nos echa encima diez años; es decir, la fertilidad de una mujer de 40 es, en realidad, la de una mujer de 50. Cuando se fuman más de diez cigarrillos al día, los ovocitos detienen su crecimiento dentro el ovario, por eso las fumadoras y ex-fumadoras presentan mayores dificultades para concebir, ya que tienen menor reserva ovárica, una peor calidad ovocitaria y embrionaria, y un incremento de las anomalías cromosómicas, 

El tabaco duplica el riesgo de sufrir embarazos ectópicos (fuera del útero), aumenta un 28% el riesgo de aborto espontáneo e incrementa las posibilidades de un parto prematuro y de dar a luz a un bebé muerto.

Además, fumar durante el embarazo daña la salud del bebé, provoca que nazca con un peso inferior al aconsejable y aumenta las posibilidades de que sufra el Síndrome de Muerte Súbita.

Trastornos menstruales

Fumar provoca trastornos menstruales como el retraso de la menarquia (primera regla o menstruación), reglas irregulares, amenorrea (ausencia de menstruación) y adelanta la llegada de la menopausia entre uno y cuatro años. 

Esto ocurre porque determinadas sustancias tóxicas del tabaco, como los hidrocarburos, disminuyen el nivel de estrógenos, las hormonas femeninas por excelencia, que cumplen funciones tan relevantes como regular el ciclo menstrual, contribuir al desarrollo de los caracteres sexuales secundarios y preparar nuestro cuerpo para la posible fecundación. 

Los estrógenos también influyen en nuestra libido, así como en nuestro comportamiento emocional, al estar vinculados con los neurotransmisores «de la felicidad», siendo mayor el deseo sexual, el optimismo, las sensaciones de bienestar y plenitud cuanto mayor es su presencia en el organismo; por lo que el descenso de sus niveles por causa del tabaquismo afectará a la libido femenina y al estado anímico, aumentando los cambios de humor, el pesimismo, el estrés y la ansiedad.

Según el estudio Smoking and trajectories of dysmenorrhoea among young Australian women, elaborado por Hong Ju, Mark Jones y Gita D Mishra, las mujeres fumadoras son  más propensas a sufrir dismenorrea o dolor menstrual intenso (que se agrava en relación con la cantidad de cigarrillos que se consumen diariamente) y dismenorrea crónica.

Hong Ju, líder del equipo de investigación, afirmó que «el tabaquismo predispone a las mujeres a tener períodos con dolor, de manera reiterada, inmediatamente después de la menstruación y durante la vida reproductiva, lo que debería incentivarlas a no fumar». Entre los posibles motivos de ese aumento de casos de dismenorrea, algunos investigadores señalan el efecto vasoconstrictor del tabaco que, como el frío, provoca reglas más dolorosas. 

Infecciones vaginales

Las mujeres fumadoras habituales presentan un desequilibrio de la flora vaginal que puede favorecer el desarrollo de infecciones de origen bacteriano y viral, alterar la estructura del epitelio cervical y disminuir la respuesta inmunitaria.

Como vimos en el reportaje sobre la vaginitis, en la vagina viven de forma habitual un conjunto de microorganismos denominado microbiota o flora vaginal cuyo equilibrio puede ser alterado por factores como el ciclo menstrual, la menopausia, relaciones sexuales sin protección, determinadas enfermedades, así como por hábitos poco saludables como el tabaquismo, propiciando la aparición de infecciones vaginales y vulvares.

El estudio Cigarette smoking is associated with an altered vaginal tract metabolomic profile, realizado por los investigadores T. Nelson, J. Borgogna y R. Michalek, reveló que la mayoría de las fumadoras (participantes en el mismo) contaban con una menor concentración de lactobacilos que las no fumadoras.

Estas bacterias, que constituyen la mayor parte de la flora vaginal, son realmente beneficiosas, pues ayudan a mantener su equilibrio, impidiendo la invasión de agentes patógenos causantes de infecciones y evitando que haya una proliferación excesiva de otros microorganismos indígenas como la Gardnerella vaginalis o la Cándida albicans que, cuando se convierten en dominantes, pueden producir alteraciones como la vaginitis.

Por el contrario, la flora vaginal de las fumadoras presentaba abundancia de nicotina y sus derivados, además de agmatina, cadaverina, putrescina, triptamina y tiramina; sustancias que tienen la facultad de modificar el poder infeccioso de las bacterias responsables de ciertas infecciones genitourinarias y de contribuir al aumento del mal olor vaginal. 

Suelo pélvico y sistema urinario

Ya hemos hablado en muchos reportajes sobre la importancia del suelo pélvico, pues cumple distintas funciones relevantes para el correcto funcionamiento del aparato urogenital femenino: controla los esfínteres para que haya una correcta micción y defecación, sostiene la vejiga, el útero, la vagina y el recto, participa en el control de las contracciones involuntarias (que se producen cuando, por ejemplo, tosemos o estornudamos), actúa como sostén durante el embarazo, facilita el parto y controla la sensibilidad de los órganos sexuales femeninos, la excitación y la lubricación vaginales, la erección del clítoris y la intensidad de los orgasmos.

¿El tabaquismo le afecta? Sí, por supuesto.

Hipotonía pélvica 

Las sustancias tóxicas del tabaco pueden provocar un descenso del nivel de estrógenos en nuestro organismo. Este déficit hormonal puede alterar los tejidos musculares y de sostén de los órganos pélvicos, provocando debilidad del suelo pélvico o hipotonía pélvica que, a su vez, causa otras disfunciones como prolapso de los órganos internos (descenso de la vejiga y la uretra a través de la vagina), incontinencia urinaria y fecal, relaciones sexuales poco placenteras e incluso anorgasmia.

Incontinencia urinaria de esfuerzo 

El tabaco afecta a nuestros pulmones, bronquios y demás órganos de las vías respiratorias, haciéndonos más propensas a tos irritativa, constipados y bronquitis. Cuando sufrimos un ataque de tos, la excesiva y constante presión abdominal sobre la musculatura pélvica y la vejiga puede provocar escapes involuntarios de orina (incontinencia urinaria de esfuerzo).

A su vez, la tos crónica, habitual en los fumadores empedernidos, puede causar hipotonía pélvica o debilitamiento del suelo pélvico que, como hemos visto, provoca otras disfunciones como relaciones sexuales insatisfactorias. 

Incontinencia urinaria de urgencia

La incontinencia urinaria de urgencia es la pérdida involuntaria de orina asociada a una vejiga hiperactiva, es decir, una necesidad intensa y repentina de hacer pis que puede ser difícil de controlar y provoca escapes. Entre las causas de este trastorno se encuentra el tabaco, que afecta a la función nerviosa de este órgano.

En concreto, la nicotina estimula el músculo detrusor (encargado de contraerse para expulsar la orina), provocando el aumento de las veces que se hace pis (más de ocho al día) y las ganas repentinas de orinar, incluso cuando dormimos, lo que altera nuestro ciclo normal de sueño.

Cáncer de vejiga

El tabaquismo es el factor de riesgo más importante para el cáncer de vejiga. La probabilidad de que los fumadores lo padezcan se triplica frente a los no fumadores. De hecho, el hábito de fumar causa alrededor de la mitad de los cánceres de vejiga en mujeres.

Todas estas afecciones son la punta del iceberg de lo que el tabaco produce en nuestra salud y en nuestra calidad de vida. Algunos efectos del tabaquismo son difíciles de revertir, como la arteriosclerosis, pero, por fortuna, otros se recuperan.

Sé que cuesta, pero si yo lo he conseguido, tú también. No permitas que ese bastardo se fume tu vida.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *